Hubo un tiempo en el que pensamos que España tenía la mejor salud pública del mundo. Ha habido un boom del turismo de salud en Andalucía. Ingleses, alemanes u holandeses venían a ponerse una cadera de titanio, porque en sus países tenían que pagarla y aquí era gratis; el mejor lugar para operar. Éramos europeos de primera clase. Esto nos ha dado confianza, seguridad. El presidente Zapatero llegó a afirmar que el español jugó el Liga de Campeones de las economías mundiales, y que en esa competición fue quien más goles marcó y menos batido; que había superado a Italia y pronto lo haría con Francia.
Esto sucedió antes de la crisis financiera hace una docena de años, que cambió el mundo. Entonces Sarkozy, Bush y compañía nos dijeron que teníamos que volver a fundar el capitalismo, acabar con los paraísos fiscales y otras palabras agradables al oído y engañosas de raíz. La culpa es nuestra, porque las promesas comprometen solo a quienes creen en ellas. Luego vino la austeridad, apoyada por Rajoy y el PP en el gobierno. Los recortes a los servicios públicos se han extendido por todas partes, incluida Andalucía, aunque Susana Díaz presumía que la suya era otra forma de hacer las cosas. No era una cuestión de fe; El hijo de cada vecino notó que las esperas para ver a un especialista o para una cirugía eran cada vez más largas. Pero el presidente argumentó que el servicio de salud andaluz era el buque insignia.
Entre las muchas cosas que Juan Manuel Moreno copió de su antecesor está la propaganda contra la realidad. Las listas de espera, agravadas por la pandemia, solo han crecido. No hay suficientes pediatras para niños, los diagnósticos de cáncer se han retrasado en un 18%, los exámenes oftalmológicos que se hicieron una vez cada dos años no se han realizado durante dos años. El presidente se defiende con una tabla de Excel, igual que Díaz: millones de presupuestos, miles de contrataciones, cientos de puestos convocados. Quiere que los ciudadanos le crean a él en lugar de a sus propios ojos. Es difícil convencer a las víctimas del abandono con palabras y números. Y hace el truco neoliberal: baja los impuestos y luego dice que el dinero no le llega.
Ya sabemos que nuestra salud no es la mejor del mundo. Tantas personas se han cambiado a la atención médica privada que ahora pueden concertar citas con dos o tres meses de retraso en el seguro médico. Estamos en el momento de las listas de espera. Y esto genera desconfianza e inseguridad.