Los ambientalistas de la Universidad de Córdoba han recurrido al gobierno español para ayudar a abordar un problema monstruoso que está dañando permanentemente el ecosistema acuático de la región.
Silurus glanis, o bagre europeo o galés, está presente en España desde 1798, pero el primer ejemplar registrado en la cuenca del Guadalquivir data de 2011.
Un ejemplar de medio metro de largo fue capturado por investigadores en el embalse de Iznajar, y desde entonces se han reportado ejemplares de peces de hasta cinco metros de largo.
Se cree que la especie invasora fue introducida en Córdoba por pescadores de otras partes del país, y desde entonces ha prosperado debido a las condiciones ideales del agua y las amenazas relativamente bajas de los depredadores.
La cuenca del río Guadalquivir, especialmente la región baja hacia Cádiz, contiene lo que se llama un “tapón salino”, fenómeno que hace que algunas partes del río sean de agua dulce y otras de agua salada.
Silurus glanis, o bagre de Wels, está presente en el Guadalquivir desde 2010-11 (Wikipedia)
Este contraste está separado por el «tapón salino» que se mueve periódicamente hacia arriba y hacia abajo del sistema fluvial, lo que hace que las áreas contengan altas concentraciones de sal (aproximadamente la mitad de la concentración de agua de mar).
Durante las fuertes lluvias, el agua salada en estas zonas sube y el agua dulce cae sobre el lecho del río, condiciones ideales para que el bagre sobreviva sin verse amenazado, aunque de hecho puede sobrevivir en aguas ricas en sal.
Estas condiciones hicieron prosperar a la especie, en detrimento de otras especies ribereñas y plantas acuáticas.
La dieta principal de la especie consiste en pequeñas costras acuáticas, peces y gusanos, pero se sabe que ejemplares más grandes se alimentan de pequeños pájaros, ranas, ratones y ratas, que a menudo se arrojan fuera del agua. Agua para atrapar presas desprevenidas de la orilla del río. .
Carlos Fernández, profesor de zoología de la Universidad de Córdoba, emitió una terrible advertencia por el frágil ecosistema de la cuenca.
“Con el bagre europeo estamos hablando de un depredador nato, un pez colosal que puede alcanzar los cinco metros de largo y los 300 kilogramos de peso”. Fernández dijo.
«Un pez de este tamaño requiere una gran cantidad de biomasa todos los días».
«La práctica de la pesca deportiva ilegal no solo ha introducido esta especie invasora en el sistema fluvial, sino que inadvertidamente ha puesto de rodillas a todo el ecosistema». Fernández dijo.
La Universidad, junto con el grupo ecologista Life Invasaqua, pidió a la administración que ayude a combatir estos depredadores y erradicarlos de la región.
«Tenemos que actuar con rapidez, esta es una advertencia temprana». dijo Francisco José Oliva, coordinador de Life Invasaqua.
«Ahora que hemos detectado la presencia de estos bagres en la zona, debemos trabajar para eliminarlos antes de que causen daños irreversibles».
Oliva pide la creación de un programa de información regional para pescadores deportivos para frenar la demanda de estos peces, y con la reducción de la demanda, se espera que con un manejo adecuado de la especie, la población eventualmente desaparezca de la piscina.
La presencia del bagre de Wels se ha convertido en una especie de folclore en los últimos años, siendo la pesca deportiva cada vez más popular en la zona.
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