Carlos Santos es un enfermero que hasta el 31 de octubre trabajó para el Servicio Andaluz de Salud (SAS) en Atención Primaria en Cabra (Córdoba). En esa fecha, otros 8.000 trabajadores sanitarios que habían estado en una posición de refuerzo debido a la pandemia de Covid en Andalucía, expiraron sus contratos mientras se conocía que ellos no serían renovados, a pesar de la saturación existente en los centros de salud y ante una sexta ola de Covid en ciernes.
Como él, su prometida María José también tenía contrato por meses como enfermera en Cabra. Y el contrato no se renovó. Ambos tuvieron que emigrar fuera de Andalucía para buscar trabajo. Ahora, tanto él como ella trabajan en el Hospital del Mar de Barcelona, con un contrato de dos años, con la posibilidad de elegir un turno para conciliar su vida en común y la preferencia en el servicio de su elección. «Aquí no hay escasez de trabajo», explica Carlos en Cordópolis. Como progresó La vanguardiaDecenas de trabajadores sanitarios han abandonado el Servicio Andaluz de Salud (SAS) porque no han sido renovados o porque los contratos ofrecidos no son suficientes, por lo que merece la pena que se vayan 1.000 kilómetros desde casa. La mayoría son enfermeras y hay decenas. Son tantas que hay promociones universitarias que tienen casi el mismo número de titulados en Cataluña que en Andalucía, a pesar de haberse formado al sur de Despeñaperros, según los sindicatos.
“Estos contratos requieren mucha estabilidad”, subraya en algo fundamental que no encontraron en Andalucía y que no podían esperar a que finalizaran sus contratos: cuatro meses en el caso de Carlos y dos meses en el caso de María José. Por eso, cuando vieron que no podían seguir trabajando en Cabra u otra ciudad andaluza, «pensamos en buscar fuera. Y recibimos una oferta de que el Hospital del Mar de Barcelona estaba buscando enfermeras».
Dicho y hecho. Ambos trabajan allí desde principios de noviembre. Y con condiciones mucho mejores que las que tenían. Para empezar, la estabilidad de un contrato de dos años, un buen salario y la posibilidad de elegir turnos de trabajo. «Cuidan mucho al personal», dice Carlos, explicando cómo «te entrenan durante dos días en el servicio en el que estás, antes de que te suelten y te dejen en paz. Y si cambias de trabajo te vuelven a entrenar».
Carlos y María José recuerdan de lejos que aquí en Córdoba «sabía que no nos renovarían, que no nos llamarían». Pensaron en buscar un trabajo en el sector privado de la salud cerca de su ciudad – «en un hospital de Lucena», dice, «pero no hay señales» para mejorar el subsidio de empleo público de SAS. Y pronto se presentó la oportunidad del contrato en Barcelona.
Él, de 25 y ella, de 22, son conscientes de que son «jóvenes, ya no nos importa venir a una gran ciudad, no tenemos hijos y lo que queremos es trabajo y estabilidad», dice Carlos. Pero miran hacia el futuro y, para entonces, «nos gustaría poder volver a trabajar y vivir en Andalucía, en Cabra o en otra ciudad», a la hora de formar una familia. ¿Lo ves posible? Por supuesto que sería para volver con una medida cautelar o aprobando una oposición ”, con la estabilidad que ahora se les niega y que encontraron en Barcelona.
De vivir en Lucena a Barcelona
En un caso similar se trata de Ana Belén Hayas, también enfermera de profesión. Trabajó primero en una residencia de ancianos privada en Priego de Córdoba, pero consiguió un contrato con SAS que la llevó a ejercer en el hospital de Antequera (Málaga), aunque vivió todo este tiempo en Lucena. El 31 de octubre, el contrato de refuerzo por parte de Covid por cuatro meses que el Servicio Andaluz de Salud le hizo concluir y también se encontró sin posibilidad de renovación.
«Además, todavía no estaba en la mesa de trabajo», lamenta la posibilidad que podría surgir en el futuro si conseguía puntos por ello. Por eso Ana Belén también hizo las maletas y se fue a Barcelona. «Tenía tres ofertas de trabajo», explica a este diario sobre la rapidez con la que se encuentra un trabajo allí. Y ahora está contratada «al 100%, en un servicio público», como enfermera de atención primaria que apoya a los asilos de ancianos, además de «servir como guardias de emergencia».
«Mi idea era quedarme en Lucena», dice sobre su intención de permanecer en la provincia de Córdoba o sus alrededores mientras trabajaba para el SAS. «Pero no hay estabilidad», dice sobre los arreglos contractuales desde hace unos meses que lleva a cabo el servicio de salud andaluz, que, como ella, ha puesto a varios miles de trabajadores sanitarios en la calle tras contratar el refuerzo de Covid. Una inestabilidad para estos profesionales que, como concluye, «no compensa».