En los once meses que separan a Andalucía de las elecciones que dieron una holgada mayoría absoluta al Partido Popular, el Gobierno de Juanma Moreno ha abierto dos frentes que han puesto de relieve su credibilidad. Lo que requiere mayores esfuerzos para encauzar es la ampliación de regadíos en torno al Parque Nacional de Doñana, un conflicto en el que la Junta ha conseguido rebajar el nivel de ruido, pero que volverá tras las elecciones con similar o mayor intensidad. El segundo frente es el baño. La firma ayer del pacto por la atención primaria aleja la sombra de una pugna que podría causar muchos quebraderos de cabeza al presidente andaluz. En ambos casos, el Consejo mostró una voluntad de negociación que en el tema de la salud permitió llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Hablando de Doñana, habrá que esperar hasta la próxima semana, ya libre de la presión de la campaña electoral, para ver si el Gobierno central y Andalucía son capaces de sentarse en una mesa para armonizar la protección medioambiental de la naturaleza principal de Europa con la intereses de un sector agrícola que ha demostrado iniciativa y espíritu emprendedor. Del pacto sanitario firmado ayer se puede extraer una lección de enorme utilidad, aplicable a todos los casos: la negociación es siempre el camino a elegir para resolver los conflictos y la rendición no debe entenderse como una derrota, sino todo lo contrario. El servicio de salud ha satisfecho el principal pedido de los gremios del sector: eliminar del orden de precios de los servicios la posibilidad de que los solicitantes de atención primaria sean desviados a los servicios privados. Esto permitió desbloquear el resto de problemas y avanzar hacia una solución. Demuestra, una vez más, que el diálogo nunca es una mala estrategia.